domingo, 12 de enero de 2014

La visión de un bebé


Aunque el recién nacido tiene una percepción visual bastante reducida, esto no le impide mantener una estrecha relación con el mundo que le rodea, especialmente con su madre o las personas que se ocupan de él. Pero en muy pocos meses será capaz de ver con claridad. La agudeza visual de un recién nacido es 60 veces más débil que la de un adulto, en cambio, a los seis meses ya ha adquirido la cuarta parte de la que tendrá cuando crezca. La rapidez con la que se perfecciona este sentido es sorprendente.

¿Ven algo antes de nacer?
Los avances en las técnicas ecográficas han permitido comprobar que el feto tiene cierta sensibilidad visual dentro del útero. Es capaz de percibir un foco potente de luz del exterior. Se ha comprobado que si acerca una luz intensa al vientre de la madre, el bebé se da la vuelta, posiblemente molesto por semejante intromisión en su intimidad.

¿Cómo ven los bebés los primeros días?
Con muy pocos días de vida es capaz de distinguir las sombras y los contrastes entre los tonos claros y oscuros. También puede ver más o menos con nitidez las siluetas de los objetos que tiene a su alrededor. Muchos experimentos han demostrado que tienen una especial predilección por los rasgos humanos. Además de mirar fijamente a las personas que se acercan a su rostro, muestran gran interés cuando se les acerca dibujos en los que aparece un rostro dibujado con rasgos sencillos, mucho más que si el dibujo representa cualquier otro objeto.

¿Cómo ven los bebés durante el primer mes?
Pasado el primer mes, su retina ya es capaz de distinguir colores vivos o contrastados (negro, rojo y blanco) y seguirá con la mirada los objetos que se sitúen a unos 20 centímetros de su ángulo de visión. Su radio de acción es tan corto (pasa la mayor parte del día tumbado y casi siempre durmiendo, aún no gatea y apenas levanta su cabeza de la cuna) que no necesita ampliar más su campo de visión. Cuando su desarrollo psicomotor le obligue a ver objetos más lejanos, madurará su capacidad visual.

Sin embargo, a las tres semanas es capaz de reconocer el rostro de su madre. Mientras mama o toma el biberón, el 80 por ciento del tiempo madre e hijo se miran. Los expertos han comprobado que este intercambio de miradas es una muestra de afecto tranquilizadora para el bebé. Toda una terapia de cariño visual.

A partir de cuatro meses
Aproximadamente a partir del cuarto mes, el bebé ya quiere manipular objetos. Los toca, mira y remira, se los lleva a la boca y los explora con sus manitas. Además, comienza a ensayar sus primeros desplazamientos: gira la cabeza, medio cuerpo e, incluso, aprende a darse la vuelta. Este aumento en su actividad exige una nueva coordinación entre los ojos que comienzan a realizar movimientos simétricos y simultáneos. Su agudeza visual se parece cada vez más a la de un adulto.

El sexto mes: ya ve casi todo
La evolución de la vista se acelera a partir del sexto mes. El bebé quiere estar sentado, se amplía su campo de acción por lo que su vista se prepara para poder alcanzar con la mirada objetos lejanos.El gateo, además de ser un hito en su desarrollo psicomotor, es muy beneficioso para que su vista se desarrolle y perfeccione.

En su primer cumpleaños, sus facultades visuales se han desarrollado prácticamente por completo. Ya esta preparado para caminar y ver el mundo desde otra perspectiva: casi la misma que la de los adultos.

¿Cuándo distinguen los colores?
Hasta hace poco tiempo se pensaba que los bebés no eran capaces de distinguir los colores y que su visión del mundo era en blanco y negro. Hoy sabemos que esta afirmación no es cierta. Los recién nacidos tienen un número de conos (las células del ojo encargadas de distinguir los colores) muy reducido y eso les hace ver los colores más diluidos que los adultos. Distinguen, sobre todo, los contrastes entre lo claro y lo oscuro y son capaces de identificar un amplio espectro de colores: rojos, verdes, azules y amarillos, especialmente si se trata de tonos vivos.

A partir de los seis meses ya son capaces de distinguir los mismos colores que los adultos.

No te preocupes si...

• Tu bebé no abre los ojos durante los primeros días. Es mejor no forzarle y dejar que los abra cuando quiera ayudándole, en todo caso, con suaves masajes.

• Notas que el pequeño bizquea. Aún no es capaz de fijar su mirada en un punto fijo y mantenerla y si agarra un objeto con sus cortos bracitos necesita converger los dos ojos para verlo bien, con lo parece que bizquea. Este gesto desaparece casi siempre cuando crece.

Sólo es necesario consultar al pediatra o al oftalmólogo infantil cuando no se observe mejoría después de los diez o doce meses. En caso de que se tratara de estrabismo (un problema que afecta a casi un 7 por ciento de los niños) si se detecta a tiempo puede corregirse con un tratamiento adecuado.

• En los ojos del recién nacido observas unas pequeñas manchas rojas alrededor del iris (en “el blanco del ojo”). Se trata de pequeñas hemorragias producidas durante el parto debido a la presión que el pequeño recibe en su cabeza al tener que amoldarse al canal del parto. Es más frecuente que aparezcan en niños grandes, cuando se han presentado de cara, o cuando el parto ha sido más largo de lo habitual. Esas manchitas no afectan a la visión y desaparecerán muy pronto.

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